2009-04-17 - Jean Paul - Granada, Planta Baja

sábado, 18 de abril de 2009

Mi primera visita al mítico Planta granadino, buen trabajo que nos costó encontrarlo a los fans de los discos de los Rachels que nos habíamos entregado a la travesía desde Málaga para ver a Jean Paul presentar su primer disco en Granada, Manolo y Dani, otro batallón de mi ejército de compinches concierteros.

Yendo al quid de la cuestión, decir que el Planta es ese tipo de sitios, garitos, antros, que me encantan, un sótano al que bajar por una escalera con su buena dosis de oscuridad, su escenario un pelín levantado con sitio suficiente para que todo el mundo quepa sin demasiada holgura y predisposición en la gente a sobredosis de electricidad y otros insignes licores.

Raúl y cía nos dieron una gran noche, debidamente ataviados y con las armas afiladas y sedientas de sangre. Irónico comenzar con Fin, una de las mejores canciones escritas por Raúl, y la única, junto a El Mal Trago, en la que tiró de su teclado (una pena, debería prodigarse más en mi opinión). Fin quedó realmente estupenda, más parecida a la versión de Serpientes Y Martirios que la de Breve Historia Universal, y dejaba paso tras la retirada al segundo plano del teclado y el afine de guitarras correspondiente para otro temazo de poner los pelos de punta en la forma de Pasado El Tiempo. A partir de esas dos brutales canciones, el terreno quedaba alisado para que se desgranaran las cuatro primeras canciones en orden riguroso de Breve Historia Universal: Viéndolas Venir, donde ya todo estaba perfectamente engranado y sonaba a ángeles, especialmente el banjo y la hármonica, Mejores Días, me encanta como esta canción es capaz de describir un cuadro, una escena, un paisaje, esa brusca intensidad en el puente instrumental, Buscando Casa, con Raúl desprovisto de guitarra y escupiéndonos a la cara su desgarro, y la más vitaminada Inviernos, con ese estribillo que me mata y que sonó realmente rotunda y en el que el solo de Víctor fue estupendo.

Después volvíamos al piano para El Mal Trago, donde no pude evitar echar un vistazo entre el respetable para vislumbrar la cara del Maestro, al cual por cierto le dio las gracias Raúl durante el concierto. Mala suerte, no sucedió la esperada colaboración, otra vez será. Eso no quitó para la que la canción siguiese sonando estupenda, con Víctor tirando el solo de Lapido a la basura y haciendo otro a su estilo igualmente emocionante. Una pausa venía ahora para intercalar Breviario Del Caos, otra de las estupendas canciones de Serpientes Y Martirios, que animó a mover un poquito los pies y desperezar mi guitarra aérea. Después vino otra de mis preferidas del disco, Eureka!, donde Paco hizo malabares con el ebow para emular el violín, que quedó muy contudente marcando Popi desde atrás francamente bien. Otro momentazo a continuación con Menagerie, una de las canciones más descarnadas que he oido en cierto tiempo, donde los cambios de intensidad son los protagonistas y encima Paco hizo de nuevo malabares, en esta ocasión con un Theremin!!!. Era la primera vez que veía en persona uno de estos cacharros (siempre los vi más grandes, aunque en los 70 vete a saber si no los podían hacer más pequeños) y lo cierto es que te quedas alucinado con los soniquetes del espacio exterior que de ahí pueden salir. Para ir cerrando la primera tacada siguió la brutal Era Un Día, seguramente una de mis grandes preferidas, y para cerrar definitivamente Uno Más En El Exilio. Esta canción tiene francamente algo muy especial, lo nota la gente, lo notan los músicos, está en la canción. Hubo uno de esos momentos entrañables cuando a Raúl se le olvidaban las primeras estrofas, Paco le intentaba echar una mano y al final cantaban la segunda, y para que el resto de la banda entrase bien al estribillo echaba Raúl la mirada atrás y golpeaba el acorde final del verso con más fuerza. Paco hizo la parte de letra que le correspondía a Lapido en el disco (cuya chuleta por cierto tengo aquí delante) y quedó muy bien.

Tras el viejo truco del rocanrol se pegaron el gustazo de tocar El Colectivo, madre mía que canción más brutal y destructiva, después de oirla te quedas para el arrastre. Con el freno de mano echado al servicio de la intensidad emocional, con esa estructura repensada y estudiada para dar soporte a unos versos debastadores. Creo que la parte final es una verdadera obra de arte. El fin de fiesta quedaba ya claro que estaba reservado para La Orquesta Del Fin Del Mundo, y allí dieron todo lo que les quedaba dentro para culminar con una de sus canciones más eléctricas.

Fue todo un placer la visita para comprobar con los deberes hechos que estos tipos han conformado una pedazo de banda alrededor de Raúl y sus canciones. Ojalá este tipo de proyectos gozaran de más salud en nuestro país y pudieron llevar su directo a todos los rincones. Esas canciones (posiblemente tenga razón Raúl, las mejores que oimos nunca) lo merecen.

http://www.jean-paul.es

Salud!

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