Anathema - 1999 - Judgement

Creo que los hermanos Canavagh y el bueno de Duncan Paterson no sabían de qué manera iban a estar tocados por la genialidad y por las musas a la hora de componer y crear esta colección de canciones. Sin duda, creo que estamos ante uno de los discos más emotivos de finales del siglo pasado. Una obra realmente cumbre, llena de armonía, fiereza, con esos crecimientos de intensidad casi épicos, rozando el cielo y el infierno a la vez. Como alguna vez leí que se describía el álbum Disintegration de The Cure (algún día también caerá comentario sobre este disco), la música en este disco es "unearthly", algo así como de otro mundo.

Es la obra de la madurez de Anathema, una vez dejado atrás su pasado más doom y siniestro acompañado de voces guturales, con la música puesta en un lugar un pelín más dinámico y menos rotundo pero con sus señas de identidad aún intactas, consiguieron el álbum perfecto con temazos como Deep, Pitiless, Forgotten Hopes o la inconmensurablemente lacrimógena One Last Goodbye. Difícil de igualar.

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Migue

Nebula - 2003 - Atomic Ritual

Conocí a Nebula gracias a Checa, y creo que verdaderamente en ese momento me di cuenta de que existía eso que se ha dado en llamar stoner, la música del desierto. Que quieren que les diga, esto no es más que una revisión de uno de los estilos más maravillosos que ha dado la música contemporánea pero puesto al día a partir de los 90 con un sonido más moderno, en algunos casos más retorcido, pero igualmente aplastante. El rock duro de los 70, la psicodelia, la pasión y la verdad, traidas al presente. Eso es el stoner.

Este disco me lo presentó en esta forma. Al principio era como una vuelta a los Black Sabbath de los orígenes, pero tenía la fuerza y dinamismo de los Stooges, pero además resultaba mágico, envolvente y lleno de trazos psicodélicos y galácticos. El powertrío que más me cautiva, incluso más que mis adorados Rush. Nebula son un poder en alza, y ahora mismo, al principio de 2008 se hallan grabando su nuevo álbum, que espero como agua de mayo. Mientras me conformo meneando la melena al viento oyendo So It Goes o Carpe Diem.

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Migue

091 - 1993 - Tormentas Imaginarias

Los Cero a lo largo de su carrera conformaron un cancionero plagado de guitarras afiladas y letras inconmensurables. Con un regusto por el rock añejo y la lírica de los escritores de canciones más clásicos, supieron encontrar su estilo y su personalidad arrolladora. Sus primeros discos se vieron atentados por los propios productores, que destruyeron su sonido de directo, intentando meterlos en un mercado que a ellos ni les iba ni les venía.

A partir del álbum 12 Canciones Sin Piedad se empiezan a forjar las auténticas joyas y obras maestras firmadas, como siempre, por José Ignacio Lapido. En mi opinión, Tormentas Imaginarias es el mejor disco de Ceronoventayuno. La banda se encuentraba muy madura, con un sonido apabullante, cristalino y poderoso, afilado y limpio, y consiguió retratar temas redondos que, en algunos casos, ahondan en la perfección. José Antonio García, el Pitos, canta a lo grande y de forma desgarradora y la llegada de Jacinto Ríos y Víctor Lapido parecía llenar de aire fresco la cueva de tres que formaban los dos Josés junto al bueno de Tacho.

Este álbum creo que refleja todas esas cosas en un puñado de magníficas canciones que, interpretadas en directo, cobraban una dimensión más grande si cabe. Una pena que con Todo Lo Que Vendrá Después, su siguiente álbum, se pusiera fin a la carrera de uno de los fenómenos más importantes del rock en nuestro país.

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Migue

Rose Hill Drive - 2006 - Self Titled

Jake y Daniel Sproul junto a Nathan Barnes son Rose Hill Drive de Boulder, Colorado, y en 2006 publicaron su primer album de estudio y único hasta la fecha. Son una banda con mayúsculas, que sin tener un sólo album editado y a pesar de su juventud ya había compartido escenario con leyendas de la talla de los Who, Black Crowes, Queens Of The Stone Age, Wilco o Gov't Mule. Simplemente con la ayuda de un directo arrollador, demostrando sus armas afiladas, apasionadas y explosivas, el powertrío se ha ganado una base de fanáticos no sólo en USA, sino alrededor de todo el mundo. Su mezcla de rock poderoso y blues con unos arreglos dinámicos y la voz imposible de Jake Sproul nunca te deja respiro y siempre deja con ganas de más. Permanecen impredecibles pero siempre te aseguran que lo nuevo que vas a oir te dejará boquiabierto, con ganas de repiquetear con la bota en el suelo, menear la melena al viento o dar un auténtico grito de alegría.
Tuve la suerte de conocerlos en el Azkena Rock Festival del año 2005, donde partían en una posición malísima (4.30 de la tarde) y se fueron como uno de los grandes vencedores de todo el festival. No en vano volvieron a España en 2007 gracias al gran éxito cosechado. El sonido de los temas de la banda que se podían encontrar por la red antes de que se editara su primer album es para echarse a temblar, porque no sólo sus temas propios derrochan calidad a raudales, sino que se atreven a dar conciertos en los que versionean discos enteros, como el Led Zeppelin II, sonando como un verdadero huracán. En este primer álbum se recogen un par de canciones de estas demos, Cool Cody y Man On Fire (versión final de Soul On Fire), un poco retocadas e incluso con diferentes letras pero igual de contundentes y maravillosas.
En el disco hay sitio para los Rose Hill Drive más rudos que encontramos en las demos, con temas como Showdown, Raise Your Hands o The Guru, y para el lado más acústico con una concatenación de canciones que definen un único concepto en la forma de In The Beginning, Brain Novocaine, Declaration Of Independence and It's Simple. La canción más épica del disco es Reptilian Blues con más de ocho minutos de deseos y anhelos entre riffs electrizantes.
Rose Hill Drive son energía pura y dura, sin contemplaciones, sin remilgos, sinceros, te miran cara a cara y se desnudan con toda la contundencia y elegancia de su juventud. Lo mejor está por llegar.

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Kansas - 1976 - Leftoverture

Empezaré este pequeño espacio con uno de mis discos más amados. Recientemente me regalaron una copia en vinilo y completé así la colección de la época dorada de esta banda americana, tan mágica e influyente en relación al género en cuestión. Pocas bandas han sido capaces de conseguir tal armonía y capacidad de expresión conjunta en letra y música. Especialmente este álbum y el siguiente que editarían en 1977, Point Of Know Return, me ponen los pelos de punta y sin duda serían los discos que, de elegir, me llevaría a un isla desierta.

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